El Cusco milenario, puerta de ingreso a una de las civilizaciones más importantes del mundo, posee un largo proceso cultural desde los albores de la antigüedad. El periodo incaico fue una parte de ese largo camino y nos demuestra una cultura sólida, con propuestas políticas de expansión, con yuxtaposición de culturas de acuerdo a su avance expansionista. Así podemos encontrar en diversas partes de nuestro territorio evidencias que nos demuestran su presencia, no sólo en los aspectos políticos, sociales o religiosos, sino también culturales, el conocimiento de la orfebrería, los textiles y por supuesto una gran tradición alfarera que todavía hoy nos asombra.
La ciudad del Cusco tuvo diversos centros alfareros incluso en la zona urbana, talleres que ya desaparecieron como las antiguas ollerías y los centros de producción de azulejos y vajilla vidriada para atender la gran demanda que se propició después de la incursión española.